CESAR VALLEJO
lunes, 4 de mayo de 2015
¿DE QUÉ MURIÓ CÉSAR VALLEJO?
A propósito de la acusación de Larrea contra Neruda
Dr. ENRIQUE ROBERTSON
Médico en Bielefeld, Alemania
En nerudiana 6 (diciembre 2008) * se conmemoró el 70° aniversario de la muerte de César Vallejo. El gran poeta peruano murió durante la mañana del viernes 15 de abril de 1938 en la Clínica del Boulevard Arago de París, donde había ingresado muy enfermo tres semanas antes, sin que el equipo de cinco médicos encabezados por el afamado Dr. Lemière hubiese podido establecer el diagnóstico del misterioso mal que lo mató lentamente. Los resultados de las pruebas de sangre y otros análisis clínicos y radiográficos resultaron inútiles para aclarar la causa de su enfermedad. Según Georgette Vallejo, esposa del poeta, el Dr. Lemière le dijo: «Veo que este hombre se muere, pero no sé de qué». A falta de un diagnóstico médico, para explicar la causa de su prematura muerte abundaron otros diagnósticos establecidos por amigos, poetas, escritores, músicos e historiadores. Unos dijeron saber que había muerto de tuberculosis, otros que de sífilis secundaria, o fiebre amarilla, o malaria o paludismo, diagnósticos que la Clínica Arago había descartado en los 23 días que estuvo hospitalizado allí.
Entonces y después, se aseguró repetidamente: murió en cumplimiento de su célebre profecía «Me moriré en París con aguacero, / un día del cual tengo ya el recuerdo» (del soneto “Piedra negra sobre una piedra blanca”). Neruda dijo: Vallejo murió de hambre y asfixia: murió del aire sucio de París, del río sucio de donde han sacado tantos muertos. Juan Larrea inculpó a Neruda de haber contribuido indirectamente a que Vallejo muriese de sus muchas hambres, por no haberlo ayudado a conseguir cierto trabajo remunerado que le habría permitido ganar dinero para comer. Según Georgette: el señor Larrea está mal informado, casi no hay informe de él que no contenga alguna inexactitud leve o grave. Otros dijeron: la muerte de Vallejo es un paradigma, una página heroica, una epopeya como la más grande de los fastos universales, murió por consunción y agotamiento, en batalla contra el mal y la muerte, en defensa de la dignidad, el bien y la nobleza. Vallejo murió de España.
Hace veinte años, el alemán Hans Magnus Erzensberger dictaminó: «Las enfermedades de que sufrió Vallejo eran desconocidas en la medicina. Una se llamó España, y la otra, una enfermedad muy vieja y muy venerable: el Hambre». Antes y ahora, la mayoría coincide en asegurar que Vallejo murió de hambre. Hay mucho de verdad en ello, estaba crónicamente desnutrido. A más tardar desde 1923 la pobreza lo había obligado a acostumbrarse a comer muy poco: «En París tendremos que vivir de piedrecitas», dijo a un amigo. En octubre de 1923, desde la Sala Boyer del Hospital de la Charité, le escribe a otro amigo: acabo de ser operado de una hemorragia intestinal. Después de esa operación, alimentarse le fue difícil no sólo por falta de dinero. Privado de buena parte de su estómago, ya no pudo comer y beber —carne y vino, es un decir— sin sufrir las consecuencias.
Lo que el resto de su estómago toleraba era probablemente la dieta ovo-lacto-farinácea. Pero nunca se supo que bebiese leche, era más cara que el vino. También los huevos. Se alimentaba de patatas, de papas —originarias del Perú, como él—, según está indesmentiblemente documentado por Arturo Serrano Plaja. Recordando la llegada a París (1935) de la delegación española al I Congreso Internacional de Escritores Antifascistas —grupo procedente de Madrid, al que se sumaron Neruda y González Tuñón—, Serrano Plaja escribe: «Para prolongar la estancia en París cuanto fuese posible, con el no mucho dinero que teníamos (la mayor parte lo ponía Neruda), decidimos hacer un plan de austeridad o algo por el estilo. Y como en París encontramos a Vallejo (alimentado de casi exclusivamente patatas cocidas mañana y noche, como cuando le conocí en España) el plan parecía sobrevenir del modo más natural.»
Algo menos de tres años después moría César Vallejo, de un modo que evidentemente no parecía natural. ¿De qué mueren los poetas? La ventaja es que mueren para seguir viviendo, como Vallejo. La señora Oyarzún —esposa del chileno Cuto Oyarzún, que en la víspera de su muerte pasó toda la noche velando junto a su cabecera— cuenta que, a las cinco de la mañana del 15 de abril, César Vallejo llamó a su madre y poco antes de expirar, ya en presencia de su esposa y varios amigos, pronunció estas palabras: «España. Me voy a España.» Vallejo murió poco después de haber escrito su testamento: el poema dedicado a exaltar la lucha del pueblo español en el trance de la guerra civil, que tituló como una oración al vislumbrar su martirio y final inmolación. «Murió —escribió Juan Larrea, esta vez con exactitud— sin aspaviento alguno, dignamente, con la misma dignidad con que había vivido». El músico peruano Gonzalo More, que estaba en el grupo de amigos del poeta junto a su lecho de muerte, escribió: La expresión de su rostro muerto era verdaderamente maravillosa. No te imaginas qué belleza interior y quéluz sobrehumana en la frente del cholo. Su gesto de dolor desapareció para dar vida a unaexpresión de serenidad y bondad infinitas.
2
Pero ¿De qué murió? ¿Quizá envenenado?. Me lo pregunté porque, hace poco tiempo, la extraña enfermedad de César Vallejo despertó también el interés y la imaginación de Roberto Bolaño. En su novela Monsieur Pain (Anagrama, 1999) el escritor fabuló sobre la muerte del poeta peruano en un ambiente en el que aparecen formas marginales de la ciencia y supuestas conspiraciones fascistas para asesinarle. Bolaño explicó que tuvo noticia de Pierre Pain por las memorias de Georgette Philipart, viuda de Vallejo, quien contaría en ellas que pidió los servicios de Monsieur Pain, curandero que trataba enfermos aplicando fenómenos mesméricos (doctrina del magnetismo animal del médico alemán Mesmer), para que curase de un nefasto ataque de hipo que hacía sufrir mucho a su moribundo esposo. Bolaño me contagió su interés. Considerando aspectos anamnésticos y otros, en cuanto médico —y en cuanto aficionado a investigar misterios literarios— me atrevo a sostener un diagnóstico que hasta ahora nadie ha emitido: César Vallejo falleció a consecuencias de una intoxicación crónica por solanina, agudizada en sus últimas cuatro semanas de vida.
El Dr. Lemière habría debido considerar esa posibilidad. Que se sepa, no lo hizo, no obstante una publicación científica de su país, fechada veinte años antes —publicación que todavía hoy se cita—, había tratado detalladamente la causa de muerte de unos soldados franceses que saciaron sus muchas hambres —de semanas, que no de años— con patatas enverdecidas y con brotes. Consumidas, además, sin pelar y mal cocidas; es decir, muy tóxicas por su alto contenido desolanina. Los brotes de la patata enverdecida (porque conservada en ambiente húmedo y expuesta a la luz) son muy venenosos. En tal condición, una sola patata puede contener una dosis peligrosa de solanina. Hay suficiente información en Internet acerca de este veneno, cuya ingestión no mata hoy a muchos adultos porque las variedades comerciales de patata están controladas. Sí a niños, por lo que sigue mereciendo especial mención en el capítulo de las intoxicaciones alimentarias. Simula una infección —que el laboratorio no aclara— con fiebre, progresivo mal estado general, síntomas gastrointestinales, neurológicos y psiquiátricos, etcétera. Causa la muerte —no siempre, afortunadamente— sin que se sepa por qué: no es habitual pensar en la papa como causante.
Pocos acumularon nunca tantos factores para devenir víctima de una intoxicación letal consolanina como César Vallejo, «Alimentado de casi exclusivamente patatas cocidas mañana y noche». Seguramente estaba acostumbrado a soportar bien el veneno, pero la acumulación de éste en su organismo debió —en el transcurso de muchos años— haber llegado a niveles críticos. No pocas veces se sintió al borde de la muerte. Al sentirse muy enfermo, siguió alimentándose de lo que a él y su mujer les parecía que era lo único que podía tolerar. Los jugos gástricos se encargan de neutralizar parcialmente la toxina. A él, le habían extirpado parte del estómago; y seguramente neutralizaba los que producía con bicarbonato de sodio. Además, en su pobreza, las patatas que compraba en 1938 en París eran seguramente las más baratas que podía conseguir. Enverdecidas.Y éstas había que aprovecharlas al máximo, pelarlas poco o nada; cocerlas, bien cocidas, significaba un gasto adicional.
LISTA DE OBRAS PUBLICADAS DE CESAR VALLEJO
Lista de Obras Publicadas
Poesía
1919- Los heraldos negros
1922- Trilce
1936- Nómina de huesos
1937- España, aparta de mí esta caliz
1937- Sermón de la barbarie
1939- Poemas humanos
1942- Antología de César Vallejo
Ficción
1923- Escalad melografiadas, talleres tipografia de la penetenciaria (cuentos)
1931- Tungsteno (novela)
1931- Hora del hombre (novela)
Libros de Referencia
1932- Rusia en 1931: reflexiones al pie de Kremlin
1932- Rusia antes del segundo Quinquenal
Drama
1937- La piedra cansada
Artículos
1923- Fablá salvaje
1925- La carta de Paris
1925- Entre Francia y España
1925- Wilson y la vida ideal en la cuidad
1926- Menos comunista y menos fascista
1926- Estado de la literatura española
1926- El secreto de Toledo
1926- El enigma de los EEUU
1927- La vida como Match
1927- Los hombres de la época
1928- El parlamento de post-guerra
1928-La diplomacia latino-americana
1928- La juventud de América en Europa
1928- La Semana Santa en Paris
1929- La megalomania de un continente
1929-El espíritu universitario
1929- El concurso de belleza universal
1929- Las lecciones del marxismo
1935- Los incas redevivos
1936- El hombre y dios en la escultura inca (francés)
1936- Recientes descubrimientos en el pais de los incas (francés)
1937- Las grandes lecciones culturales de la guerra española
1937- America y la idea de imperio de Franco
Poesía
1919- Los heraldos negros
1922- Trilce
1936- Nómina de huesos
1937- España, aparta de mí esta caliz
1937- Sermón de la barbarie
1939- Poemas humanos
1942- Antología de César Vallejo
Ficción
1923- Escalad melografiadas, talleres tipografia de la penetenciaria (cuentos)
1931- Tungsteno (novela)
1931- Hora del hombre (novela)
Libros de Referencia
1932- Rusia en 1931: reflexiones al pie de Kremlin
1932- Rusia antes del segundo Quinquenal
Drama
1937- La piedra cansada
Artículos
1923- Fablá salvaje
1925- La carta de Paris
1925- Entre Francia y España
1925- Wilson y la vida ideal en la cuidad
1926- Menos comunista y menos fascista
1926- Estado de la literatura española
1926- El secreto de Toledo
1926- El enigma de los EEUU
1927- La vida como Match
1927- Los hombres de la época
1928- El parlamento de post-guerra
1928-La diplomacia latino-americana
1928- La juventud de América en Europa
1928- La Semana Santa en Paris
1929- La megalomania de un continente
1929-El espíritu universitario
1929- El concurso de belleza universal
1929- Las lecciones del marxismo
1935- Los incas redevivos
1936- El hombre y dios en la escultura inca (francés)
1936- Recientes descubrimientos en el pais de los incas (francés)
1937- Las grandes lecciones culturales de la guerra española
1937- America y la idea de imperio de Franco
BIOGRAFÍA:
La figura de César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892 – París, 1938), situada en el principio y el final de dos mundos –el americano, bajo la herencia posrromántica y modernista, y el europeo, significativo en cuanto a la renovación estética de las vanguardias– representa el ejemplo más personal y trastocador de toda la lírica contemporánea hispanoamericana.
Nació en Santiago de Chuco, en la zona andina norte del Perú, en el seno de una familia con raíces españolas e indígenas. Desde niño conoció la miseria, pero también el calor del hogar, lejos del cual sentía una incurable orfandad.
En 1910 se matricula en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de Trujillo y en 1911 viaja a Lima para matricularse en la Escuela de Medicina de San Fernando, pero se retira por carencias económicas.
Apoya a su padre en sus tareas de gobernador y abogado y participa con los trabajadores de las minas de Quiruvilca, lo que recuerda más adelante en su novela El tungsteno. Trabaja en la hacienda azucarera Roma, en el valle de Chicama. Al año siguiente retorna a Trujillo a retomar sus estudios universitarios.
Trabaja como profesor a fin de costearse sus estudios. Siendo profesor de primaria tuvo como pequeño alumno al novelista Ciro Alegría. En 1915 culmina su carrera de Letras y el 22 de septiembre expone su tesis de bachiller, "El romanticismo en la poesía castellana".
En la ciudad de Trujillo aparece su primer libro, Los heraldos negros (impreso en 1918), uno de los más representativos ejemplos del posmodernismo, tras las huellas de Leopoldo Lugones y Julio Herrera y Reissig.
En 1920 hace una visita a su pueblo natal, donde se ve envuelto en unos disturbios que lo llevarán a la cárcel por unos tres meses; esta experiencia tendrá una crítica y permanente influencia en su vida y obra, y se refleja de modo muy directo en varios poemas de su siguiente libro, Trilce (1922).
Al año siguiente parte para París, donde permanecerá (con algunos viajes a la Unión Soviética, España y otros países europeos) hasta el fin de sus días. Los años parisinos fueron de extrema pobreza y de intenso sufrimiento físico y moral.
Participa con amigos como Huidobro, Gerardo Diego, Juan Larrea y Juan Gris en actividades de sesgo vanguardista, pero pronto abjura de su propio Trilce y hacia 1927 aparece firmemente comprometido con el marxismo y su activismo intelectual y político. Escribe artículos para periódicos y revistas, piezas teatrales, relatos y ensayos de intención propagandística, como Rusia en 1931.Reflexiones al pie del Kremlin (1931). Inscrito en el Partido Comunista de España (1931) y nombrado corresponsal, sigue de cerca las acciones de la Guerra Civil y escribe su poema más político: España, aparta de mí este cáliz, que aparece en 1939 impreso por soldados del ejército republicano.
Toda la obra poética escrita en París, y que Vallejo publicó parcamente en diversas revistas, aparecería póstumamente en esa ciudad con el título Poemas humanos (1939).
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